Dos proyectos, una necesidad: Principio de Acuerdo AP-MERCOSUR

Los canales de comunicación iniciados por noviembre del año 2014, en lo que fuera la primera “Reunión Ministerial Informativa” entre representantes del MERCOSUR y la AP, contó el pasado 24 de julio con un importante aliciente en la búsqueda de concretar un principio de acuerdo entre los dos mayores bloques económicos-comerciales de la región.

A partir de la XIII Cumbre Presidencial de la AP, los presidentes de dicho espacio, así como los representantes del MERCOSUR, dieron firma a una Declaración Conjunta desde la cual se buscará fortalecer el vínculo entre ambos mecanismos, buscando así impulsar el desarrollo y el crecimiento inclusivo.

En sintonía con esto, ante una región que en los últimos años transitó un giro neoliberal, así como un entendimiento de la inserción internacional a medida de las instituciones de Bretton Woods, queda preguntarse a qué factores responde este viraje de la política exterior hacia Latinoamerica.

Tanto como a finales del siglo XX, así como en el año 2008 (y en cierta medida a partir de), el sistema internacional actual ha dado y continúa dando cuenta de la necesidad de una mayor coherencia en términos macroeconómicos.

Esto se presente con una importancia mayúscula en América Latina, donde al aumento del riesgo externo, los límites a las políticas fiscales y la baja productividad, se añaden las proyecciones de un menor crecimiento económico para los próximos cinco años en relación a otras regiones emergentes.

Tal como señalan Comini y Sanahuja (2018), existe en la actualidad un nuevo clivaje que viene a reemplazar al tradicional eje izquierda-derecha, y es el de nacionalismo-cosmopolitismo o apertura-cierre. Es ante este escenario que las proyecciones liberales de la región han tenido que recalcular su posición frente a un mundo que (paradójicamente con los Estados Unidos a la cabeza) parece rehuir de las bondades de la globalización.

En este sentido, en lo que hasta la fecha mostraba a una región más preocupada por desentenderse de la región y sus pretensiones de integración (en especial aquellas de corte “político” como la UNASUR) se observa a partir de esta Declaración Cojunta al fortalecimiento del comercio intrarregional como una alternativa lógica y necesaria.

La gravitancia de los actores involucrados responde esencialmente a que ambos bloques representan el 81% de la población y 86% del PIB de la región aproximadamente. Además, en conjunto representan 89% de las exportaciones y 88% de los flujos de entrada de Inversión Extranjera Directa de los países latinoamericanos y caribeños.

Sin embargo, estos indicadores no encuentran su correlato cuando son analizados en lo que a su propio vinculo respecta. Por caso, resulta prudente señalar que el MERCOSUR representó en 2017 solo el 2,8% de las exportaciones totales de bienes y el 4,0% de las importaciones de la Alianza del Pacífico. En tanto, en ese mismo año la Alianza fue el destino del 6,4% de los envíos totales de bienes del MERCOSUR y el origen del 6,6% de sus compras externas.

A un comercio intrarregional que históricamente ha tenido una baja intensidad, las relaciones diplomáticas entre ambos bloques ha sostenido en los últimos años progresos significativos. En ello, a la mencionada Reunión Ministerial Informativa sostenida en Cartagena en noviembre de 2014, se destacan encuentros de relevancia que actúan como antecedentes directos a la Declaración Conjunta firmada en Puerto Vallarta:

  • 2015: “Plan de Acción” desde el MERCOSUR en búsqueda de profundizar los compromisos de libre comercio tomados para con Chile, Colombia y Perú.
  • 2016: Reunión de Viceministros de ambos bloques donde se estableció una agenda de trabajo específica. En añadidura Argentina se incorporó a la AP como Estado observador.
  • 2017: Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores y Ministros responsables de Comercio Exterior donde se diseñó una “hoja de ruta” sobre puntos a abordar. Fue en dicha reunión que se instruyó al Grupo de Alto Nivel (GAN) de la Alianza del Pacífico y al Grupo Mercado Común (GMC) del MERCOSUR a reunirse periódicamente con el fin de avanzar en los temas identificados en la Hoja de Ruta.
  • 4 de agosto de 2017: Ambas instancias sostuvieron un encuentro en la sede de ALADI en Montevideo, Uruguay, donde se abordaron cuestiones relativas a la acumulación de origen, encadenamientos productivos, procedimientos aduaneros, eventos y espacios de promoción de mutuo interés, barreras al comercio y facilitación del comercio de servicios.

En este sentido, será prioritario tener a bien poder trascender las tendencias presidencialistas propias de la cultura política de la región, entendiendo que al momento de buscar concretar una propuesta superadora al estado de situación del comercio intrarregional, el objetivo debe ser poder lograr la institucionalización de mecanismos que no sean meramente respuestas o reacciones a hechos coyunturales.

De igual modo, y teniendo en consideración la incertidumbre económica y las transformaciones políticas que la región ha sufrido desde el año 2008 hasta la actualidad, se plantea necesario el establecer una estructura institucional efectiva que pueda trascender las voluntades políticas particulares, estableciendo un marco normativo claro para la acción de los estados miembros de ambos bloques.

Esto último se inserta con importancia mayúscula en una región donde el calendario electoral presenta, en adición al arribo de López Obrador en México y las elecciones de octubre próximo en Brasil, los procesos a tener lugar en una gran cantidad de países tales como Argentina, Bolivia y Uruguay entre otros.

Daniel Maffey

Lic. en Relaciones Internacionales

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