¿Patria Grande, Patria Intermedia? El mapa político latinoamericano post elecciones

El 19 de septiembre pasado, el candidato a Presidente Alberto Fernández mantuvo un encuentro con el mandatario boliviano, Evo Morales. El evento volvió a poner en primera plana, al menos desde lo mediático, la idea y eventual retorno de la “Patria grande” como experiencia de integración regional. 

Considerando que Fernández todavía no ganó las elecciones y que Morales deberá revalidar una vez más su mandato (los comicios bolivianos serán el 20 de octubre), el debate parece algo precipitado, pero no así el proyecto, el cual registra antecedentes desde la América Latina soñada por Simón Bolívar allá a comienzos del siglo XX. 

Con la gestión de Néstor y un año de Cristina Kirchner como parte de su currículum, el candidato por el frente De Todos ya se refirió a la tarea de “reconstruir la unidad latinoamericana”, no solo desde la variable política, sino desde el necesario aprovechamiento integral de las economías, buscando así generar cadenas de valor desde la pata comercial.

Esta idea se asocia con experiencias como las de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), la cual si bien continúa en un estado de parálisis pleno (esta semana Ecuador -sede del organismo- oficializó su salida) fue el síntoma más palpable de una etapa donde la región se pensó desde el entendimiento de la integración a partir de una multiplicidad de agendas que buscan ir más allá de lo esencialmente económico-comercial.

El último ensayo de la “Patria grande” entonces responde a la denominada década progresista u ola rosa que transitó América Latina. 

Fue en este período, cercano en el tiempo pero lejano en lo político, que países como Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Uruguay, entre otros, consolidaron un proceso iniciado sobre comienzos de siglo y que tuvo primero en la Comunidad Suramericana de Naciones y luego en UNASUR, su pico más alto.

Resultados aparte, la “recomposición neoliberal” iniciada con la llegada de Macri a la presidencia y reforzada con el ascenso de Jair Bolsonaro, desestimó a esta plataforma consolidando perfiles políticos que no sólo se contraponen a los lineamientos sostenidos durante algo más de una década en materia de integración, sino que además trajeron consigo nuevas directrices, en algunas casos antagónicas.

Ahora bien, que en un período de 7 días Bolivia, Uruguay y Argentina decidan quién será Presidente por los próximos 4 años no es un detalle que pase inadvertido y los efectos de esto reflotan el eventual retorno de la «Patria grande” o en verdad, una reedición algo más reducida en sus alcances.

Podemos pensar que el Ecuador de Lenín Moreno y el Brasil de Jair Bolsonaro no serían impulsores de este proceso, que la Venezuela de Maduro será siempre un problema, asumido y a «resolver», pero un problema al fin, que la tendencia hacia el Pacífico de Chile y Perú difícilmente admita dispersiones, sobretodo ante un mundo que no da a Latinoamérica las oportunidades de antes.

Pero lo cierto es que en la región también pasaron cosas y una nueva vieja etapa parece empezar a asomarse. Reducida, reeditada, pero al momento, con las aspiraciones bolivarianas de siempre.

Daniel Maffey

Lic. Relaciones Internacionales

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