«America first», second and third

Un nuevo capítulo de la doctrina “America First” fue escrito el pasado martes 8 de mayo cuando el presidente Trump anunciara el retiro de los Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán.

En desmedro de los monitoreos realizados desde la Organización Internacional de Energía Atómica y de las recomendaciones de las potencias parte del pacto,  las consideraciones norteamericanas han decidido poner un freno a las “sangrientas ambiciones” iraníes, restableciendo al máximo nivel e inmediatamente las sanciones económicas contra el país persa.

La decisión se inserta como una línea de continuidad en el sostenido rechazo de la actual administración sobre los compromisos incipientemente asumidos desde el mandato Obama, escenario previamente ilustrado con la salida del Acuerdo Transpacífico y del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, así como con el inicio de un nuevo ciclo de tensiones con Cuba. América primero.

Ahora bien, ¿qué implicancias pueden desprenderse a partir de este escenario?, ¿cuáles son las posibilidades para aquellos países parte del Acuerdo en desarrollar negociación concretas y plausibles de prolongar el escenario de un Irán desarmado nuclearmente? y fundamentalmente, ¿cómo impacta esto en una región tan sensible como la de Oriente Medio?

Desde un plano normativo, y haciendo eje sobre el Acuerdo en cuestión, lo cierto es que las 159 páginas que lo componen no hacen referencia alguna sobre los pasos a asumir ante la eventual salida de uno de sus signatarios. Esta “hoja en blanco” será tanto el riesgo como la oportunidad para poder reorientar las consecuencias generadas a partir de la baja norteamericana.

Lo cierto es que la coyuntura actual no es una sorpresa sino una confirmación, y fue por ello que las potenciales implicancias confirmadas el pasado martes fueron evaluadas con antelación por algunas de las partes de este Acuerdo. En lo concreto, el debate sobre eventuales escenarios reunieron a los miembros del E3 (Francia, Gran Bretaña y Alemania), en tanto que Rusia, China e Irán estuvieron ausentes de estas deliberaciones.

Es por ello que la “diplomacia negociadora” necesaria para redimir este Acuerdo y sus resonancias en caso contrario, pone a la Unión Europea como su principal gerente. En lo que a China y Rusia refiere, su compromiso en acompañar nuevas decisiones será de importancia mayúscula. Es en este sentido que asoma como interrogante cuáles son los escenarios desde los cuales el E3 podrá orientar un nuevo espacio de negociaciones con la República Islámica de Irán.

La teoría nos plantea que para resolver el conflicto sin hacer uso de la fuerza se dice que uno tiene que negociar, siendo que durante este proceso se requiere cierto interés en lograr un compromiso, en el cual ambos lados estén dispuestos a hacer concesiones, y ninguno espere ganar todo lo que querría.

En este sentido las partes parecen estar en sintonía. Horas después del anuncio por parte del presidente Trump, su homólogo iraní, Hasan Rohani, comunicó la decisión de mantenerse dentro del acuerdo nuclear. Esta decisión, apoyada por su canciller Zarif, así como por el ayatolá Jamenei, no obstante trae consigo la necesidad de obtener “garantías serias” sobre el compromiso de las partes integrantes del acuerdo.

Desde este plano, las presiones temporales hacen posible vislumbrar la necesidad para los representantes europeos de ceder en sus aspiraciones de mantener el acuerdo sin grandes alteraciones. Usar esta estrategia, ceder, resultaría lógico en una escenario actual desde donde se aumentarían las posibilidades de desarrollar la negociación más rápido y fiablemente de lo que un potencial “endurecimiento” significaría.

Así como el levantamiento de las sanciones fuera el eje en las negociaciones que derivaron en el Acuerdo en cuestión, el restablecimiento de ellas por parte de los Estados Unidos señalan a la “cooperación” económica como el punto común que pudiera aglutinar los intereses contenidos en este espacio.

No es menor para una economía como la iraní, condicionada por altos niveles inflacionarios y de desempleo, así como por la baja en los precios internacionales de su principal producto exportable, las implicancias representadas en las sanciones económicas internacionales.

Un ejemplo de ello se observa en el crecimiento económico experimentado por el país persa en el año 2016 (condicionado por un efecto rebote basado en el petróleo), escenario en que las sanciones habían sido efectivamente levantadas. Serán entonces, el consenso, la agilidad y el compromiso los pilares necesarios para desde esta variable guiar un nuevo escenario de negociación multilateral.

En último término, resulta vital advertir a partir de este episodio la búsqueda desde la política exterior norteamericana en reorientar sus compromisos estratégicos en Medio Oriente. Tras más de una década de presencias desmesuradas y costos semejantes, el retroceso de los Estados Unidos expone abiertamente a una región donde la ausencia de un sheriff, profundizará la carrera de los actores del área por ocupar ese asiento.

Este redireccionamiento presenta en Irán un peligroso punto de intermitencia. El retiro del Acuerdo no sólo interrumpe el alto producido sobre décadas de enfrentamiento entre ambas partes, sino que la contraposición entre Estados Unidos y sus aliados con el “eje de la resistencia” iraní genera un espacio de tierra fértil que no sólo profundiza las crisis humanitarias existentes en Yemen o Siria, sino que además añade el potencial escenario de enfrentamiento armado entre Irán con Israel y/o Arabia Saudita.

Daniel Maffey

Lic. en Relaciones Internacionales

 

 

 

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