¿Qué papel en el mundo buscará tener la Argentina de Alberto Fernández?

La llegada de una nueva administración al Ejecutivo en la Argentina suele marcar una de dos cosas: o bien la reorientación total o bien la intensificación plena (aunque finalmente contradictoria) en las prioridades del Gobierno entrante.

En lo que se entiende será un nuevo movimiento en el péndulo que la política exterior nacional ha marcado desde siempre, Alberto Fernández y el flamante canciller, Felipe Solá, ya han dado sobrados indicios sobre un nuevo redireccionamiento en esta materia. 

El arribo de Fernández segura y prontamente, si es que ya no lo hizo, deje en claro lo primero, chocando así con la idea de “cambio” heredada desde Cambiemos, alianza que a su vez tuvo en su génesis hacia el mundo el lograr una reconstrucción de la identidad recibida por el Gobierno anterior. O se profundiza o se cambia.

La Argentina, el mundo y Sísifo

Desde El Mito de Sísifo, Albert Camus desarrolla la historia de este personaje de la mitología griega que además de dar nombre al ensayo, tenía la condena de llevar una enorme piedra hasta la cima de una montaña. Pero una vez que llegaba a la meta, la piedra rodaba hacia el pie de la misma, de donde Sísifo debía acarrearla nuevamente.

Como sugiere Patricio Carmody, desde el retorno de la democracia la política exterior argentina parece haber estado condenada a un proceso similar:

La Argentina de Alfonsín se caracterizó por definirse Occidental, en desarrollo y no alineada, priorizando el vínculo con las potencias europeas sobre el norteamericano. Con Menem y el “volver al primer mundo” como bandera, el país se alinea desde los “valores” a Occidente y casi inercialmente a los Estados Unidos.

La de los Kirchner por su parte (acá la intensificación plena hasta la ruptura se hace palpable) construyó una postura combativa, al menos desde lo discursivo, hacia los Estados Unidos y las potencias europeas, fortaleciendo por necesidad y pragmatismo los vínculos con Venezuela, China y Rusia.

Transitando el espiral fue desde la figura de Macri que se inició la tan mentada búsqueda de una nueva identidad nacional, diseñando a partir de la “reinserción” del país a nivel mundial la eventual recomposición de “relaciones serias y maduras” del país para con el mundo.

En concreto, adherir a una serie de acuerdos con países “civilizados” que, a partir del entendimiento de estos como modelos de poder, terminarían por significar la obtención de la confianza del mundo perdida durante el kirchnerismo.

Si bien pasaron cosas, esto no habría ocurrido y el nuevo recalculando que cada cuatro u ocho años se escucha desde Esmeralda 1212 tiene hoy en Fernández y Solá un nuevo capítulo. 

En tal sentido, es prioritario identificar el entendimiento que la actual administración refiere sobre la política exterior y su ejecución. Desde lo teórico claro que podemos marcar que una política exterior nacional conjuga el cuerpo de políticas públicas que tienen como principal desafío lograr llevar a cabo un exitoso proceso de inserción en el ámbito internacional.

Ahora bien, lo exitoso de este proceso lógicamente es evaluado en cuanto a las expectativas e intereses establecidas desde el gobierno de turno. Entonces, ¿qué dijo Fernández al respecto?

El mundo según Fernández

Los 44 días transitados del 27 de octubre al 10 de diciembre, la presentación del Gabinete entrante y el discurso presentado en Asamblea Legislativa al asumir como Presidente de la República nos dan una idea bastante concreta del mundo según Alberto Fernández.

En esto, el mandatario entiende prioritario el rol del Ministerio: “nuestra Cancillería estará concentrada en conquistar nuevos mercados, motorizar exportaciones, generar una activa promoción productiva de inversiones extranjeras directas, que contribuyan a modificar procesos tecnológicos y a generar empleo”.

El Presidente marca que en la búsqueda de integrarnos de manera inteligente a la globalización, América Latina es percibida como un “hogar común”, pero tratando de sobreponerse a las sintonías políticas post ola rosa y planteando la siempre deuda pendiente de construir cadenas de valor y profundizar el comercio intrarregional. Plural y global.

El elegido para encabezar este proceso es Felipe Solá, quien en sus primeros días al frente del ministerio ya brindó algunas precisiones sobre los objetivos que, al menos en el corto plazo, la Cancillería transita.

Ante el complejo escenario internacional, la mención específica hacia Brasil en el Congreso, con la voluntad y necesidad de “robustecer el MERCOSUR y la integración regional, en continuidad con el proceso iniciado en 1983 y potenciado desde 2003”.

¿Izquierdas o derechas?

Todos estos desafíos debemos afrontarlos en un contexto internacional convulsionado. Argentina no debe aislarse y debe integrarse a la globalización. Pero debe hacerlo con inteligencia preservando la producción y el trabajo nacional (sic). La lectura de Fernández es correcta, el mundo de hoy ofrece menos oportunidades que el del Gobierno que él integró.

A saber, en el año 2016, el semanario londinense The Economist planteaba una nueva dicotomía al momento de analizar las variables políticas y sociales que marcan el pulso de las principales potencias económicas del mundo.

Frente al histórico entendimiento de los ejes izquierda – derecha como análisis de los partidos tradicionales y sus rasgos identitarios, se tomó como nuevo contrapunto de la coyuntura internacional el de nacionalismo – aperturismo.

¿Qué significa esto? Que frente a un escenario político esencialmente marcado por el cosmopolitismo y sus beneficios, poco a poco el mundo está viendo surgir y gobernar partidos con un creciente éxito electoral donde los valores emanados sostienen un discurso contrario a la inmigración, el libre comercio y atento a una mayor atención a la seguridad y defensa.

El traumático triunfo electoral de Donald Trump y la consecuente «guerra comercial» con China, el Brexit, el ascenso de la extrema derecha populista en varios países de la Unión Europea y la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil son algunos de los puntos que cuestionan la estabilidad de las democracias de occidente más sólidas y decantaron en un rechazo sobre el orden global construido.

Nuevo Gobierno

Lo cierto es que además de dejar por fuera del análisis la inalterable y única política sostenida en el tiempo como es la referida a Malvinas, el hecho de un brindar sensaciones sobre un Gobierno que lleva menos de 96 horas en gestión solo nos permite considerar lo discursivo.

Pero por lo pronto, con la gestión de Néstor y un año de Cristina Kirchner como parte de su currículum, el Presidente parece decidido a la tarea de “reconstruir la unidad latinoamericana”, pero ya no solo desde la variable política, lejana y casi antagónica, sino desde el necesario aprovechamiento integral de las economías. 

Será la distancia entre lo retórico y lo concreto lo que haga eventualmente posible un análisis de hechos.

Daniel Maffey

Lic. en Relaciones Internacionales

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