Venezuela y Nicolás Maduro: Una crisis multidimensional con un objetivo único

En el futuro del panorama venezolano, la eventual resolución de la crisis multidimensional que atraviesa el país permanece siendo un enigma. En este sentido, las fuerzas militares son la pieza de un rompecabezas que indistintamente de la profundización sobre este escenario, son los únicos que parecerían poder torcer el futuro político del país.

El redireccionamiento del apoyo militar es, al momento, la única alternativa de Juan Guaidó de poder aspirar llegar al Palacio de Miraflores.

Los respaldos internacionales y en parte populares (no es menor que el chavismo continúe pudiendo retener unos 6 millones de votos) difícilmente puedan imprimir un cambio real en el rumbo político de esta figura, desconocida para la gran mayoría hasta comienzos de este año.

Lo cierto es que si bien el pasado 23 de enero parte de las tropas desistieron de reprimir en varios puntos del país, la cúpula y los altos mandos venezolanos han reivindicado prontamente el gobierno de Nicolás Maduro, que es en parte, su gobierno.

Hoy el régimen controla las armas, por lo que una potencial guerra civil sólo sería factible si los militares se dividieran.

¿Una dictadura?

Quienes respondan a esta pregunta lógicamente lo harán desde su propia subjetividad. Lo que cada uno entiende por democracia en lo teórico, así como la transición hacia el día a día y la información a la que uno acceda, terminará por moldear una respuesta.

Desde la ciencia política suele hablarse de la elasticidad de los conceptos. La idea de que un término es utilizado con tanta frecuencia e idéntica cantidad de circunstancias, que termina por perder un único significado. Democracia o populismo son ejemplos de esto.

Por fuera de la teoría está la práctica y lo cierto es que en el ejercicio de la política las garantías para las oposiciones en Venezuela no son tales. Presos políticos, opositores inhabilitados y un Poder Judicial como arbitro localista dan forma a un sistema político plenamente autoritario.

Esto no erosiona el respaldo político al chavismo ni explica la crisis que atraviesa el país. Venezuela vive una crisis multidimensional no por el corte autoritario del oficialismo, sino por una gestión sumamente deficitaria.

La democracia como justificativo, la injerencia como práctica

No es la primera vez en la historia de Venezuela que Estados Unidos reconoce a un presidente autoproclamado en Venezuela. El 11 de abril de 2002, Pedro Carmona tomó el poder. Duró 47 horas y terminó preso.

La recomposición neoliberal que la región ha transitado en estos años ha tenido en Venezuela un común denominador en materia de política exterior. Con Estados Unidos a la cabeza, la patria grande parece hoy más cercana a Irán o Rusia que a Ecuador o Colombia.

En nombre de la democracia estos gobiernos han decidido mirar para otro lado con Lugo en Paraguay o Dilma en Brasil, en tanto que ahora en nombre de la libertad desestiman el respeto por la autodeterminación y soberanía de los pueblos, principio básico de la convivencia internacional.

¿Es un golpe de Estado lo de Guaidó?

El arribo de Juan Guaidó como “presidente encargado” abrió un nuevo capítulo en la crisis venezolana. Al sostenido incremento de las penurias nacionales, ha arribado una figura que en desmedro de sus atributos, presenta consensos internacionales de proporciones similares.

¿Es un golpe de Estado tal como sostuvo Maduro? No, pero sí es anticonstitucional. A diferencia de los golpes tradicionales, las interrupciones presidenciales en la actualidad se procesan a través de instituciones constitucionales. En el caso de Venezuela ni los militares quieren el poder, ya lo tienen, ni el Parlamento está en condiciones de destituir al presidente, no tiene la manera.

¿Qué esperar de la incertidumbre?

Cualquier pronóstico en Venezuela parecería imprudente. El día a día transita con capítulos por separado y las escaladas en las manifestaciones populares pueden ser incalculadas.

Por lo pronto, el gobierno enfrentó con relativa calma el dilema inicial de qué hacer con Guaidó, no obstante, también es evidente que la retórica e imagen bélica acompaña cada vez con mayor frecuencia a Nicolás Maduro.

Para el próximo miércoles, el líder de la Asamblea Nacional ha convocado a nuevas movilizaciones en todo el país, apuntando su discurso hacia las Fuerzas Armadas. Con una ley de garantía y amnistía para aquellos miembros de las fuerzas armadas que quisieran abrirse paso del gobierno encabezado por Maduro, Guaidó busca obtener el apoyo del principal soporte del chavismo.

Lo cierto es que la situación se deteriora aceleradamente y los costos de la crisis van al pueblo. En ese sentido, el voto de una ley de amnistía para los militares que reconozcan la nueva presidencia (en caso de que un llamado a elecciones así lo respalde), apunta a eliminar el último bastión que descansa sobre el hijo de Chávez.

Tiempos inciertos en una crisis sin precedentes. Habrá que estar atentos y seguir de cerca el devenir de los acontecimientos.

Daniel Maffey

Lic. en Relaciones Internacionales

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *