INFORME ESPECIAL: Cuba, el “día cero” en su economía y los dilemas hacia el 2021

El presente informe se propone realizar un breve recorrido por la política económica de la República de Cuba. Específicamente sobre sus recientes anuncios en materia monetaria a partir de las reformas contempladas en la denominada “Tarea ordenamiento” y la fijación de una tasa de cambio única en la isla a razón de 24 pesos cubanos por dólar.

Con tal propósito es que, en primer término, se hará mención de los antecedentes históricos recientes, así como las implicancias y distorsiones que derivaron en el estado de situación actual y que pretende comenzar a corregirse bajo el cese en la circulación del Peso Convertible Cubano (CUC).

En segundo lugar, serán desarrollados los anuncios que el día 10 de diciembre del año 2020 fueron introducidos por el primer secretario el Partido Comunista Cubano, Raúl Castro y desagregados por el presidente en funciones de la República, Miguel Díaz Canel.

A partir de ello y tomando como referencia la reflexión del propio jefe de Estado caribeño quien en el informe en cuestión resaltó que el proceso de unificación “no está exento de riesgos” es que se reflexionará en torno a las expectativas y dilemas que las políticas que comenzaron a implementarse desde este 1 de enero de 2021 representan en el devenir de las arcas cubanas.

Cuba y los 1990: entre el colapso soviético y la dualidad monetaria

Desde una perspectiva económica, las últimas décadas y la “normalización” en la vida diaria para los algo más de 11 millones de cubanos que residen en la isla de un sistema que admitió el uso legal de dos monedas nacionales simultáneamente, genera una serie de interrogantes para lograr comprender cómo se llegó a dicho escenario.

Entre 1959 y el cierre de 1980, la Revolución Cubana impulsó un proceso de “desestratificación social”, entre cuyas evidencias destacan la eliminación de la propiedad privada capitalista y la formación de un sector de propiedad estatal (que hacia 1988 daba cuenta del 96% de todo el empleo nacional); la disminución de la pequeña propiedad y la caída sostenida de la desigualdad de ingresos y de la pobreza (Espina, 2020).  

No obstante, este modelo encontraría una contundente interrupción para el cierre del siglo XX. Uno de los ejes por considerar responde al “Período Especial”, eufemismo utilizado desde el por entonces presidente Fidel Castro quien tras el apogeo de la República sobre finales de la década de los 1980, precedería la contracción más severa en la historia del país.

El súbito colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (de ahora en adelante URSS) y la erosión de diversos procesos de intercambio e integración entre las naciones socialistas a través del Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon), así como la intensificación de las políticas norteamericanas orientadas al embargo económico sobre la Isla serían algunos de los ejes que determinarían el futuro financiero castrense.

Por caso, para el cierre de la década de 1980, la ex URSS representó más del 80% del comercio total de Cuba, incluido el 70% de la manufactura, el 86% de las materias primas y el 98% (CEPAL, 1997).

Elementos vitales para el funcionamiento diario del sector industrial se perdieron casi en su totalidad y completamente sin previo aviso, al tiempo que la agroindustria experimentó una merma en sus exportaciones, por ejemplo, bajo el azúcar, piedra angular de la agricultura isleña, que disminuyó más del 82% en el transcurso de los primeros tres años de la crisis (CEPAL, 1997).

Así, incluso los sectores que tradicionalmente garantizaban un ingreso nacional estable y un estímulo económico se contrajeron simultánea y prácticamente de inmediato. Con una diversificación relativamente pequeña más allá de estas áreas, toda la economía sufrió a partir de una parálisis general que representó para los primeros cuatro años de la recesión, una reducción del producto interno bruto cercano al 35% en términos reales, en tanto que el déficit se mantuvo cerca del 25% (Posada, 2011).

Es a partir de ello que a partir de 1990 y bajo el estado de situación de un país “descolgado” del mercado internacional, tomó inicio una crisis donde como consecuencia de la falta de recursos y sostenibilidad económica, así también como resultado de la preferencia casi absoluta por mecanismos de universalidad, ajenos a complementos más focalizados, las políticas sociales pierden su capacidad de inclusión y amparo, erosionando en ello su alcance para atender la diversidad y las vulnerabilidades particulares (Espina, 2020).

Reformas e implicancias

Para gestionar esta crisis se introdujeron algunas novedades para el socialismo cubano como los incentivos para la atracción de capital extranjero y formación de empresas mixtas (especialmente en el sector turístico); la ampliación del pequeño sector privado urbano (los “cuentapropistas”); la entrega en usufructo de tierras estatales cultivables y la autorización del envío de remesas desde el exterior.

Desde 1990 en adelante y tras la mencionada contracción del comercio exterior nacional, comenzó a circular el peso cubano convertible (de ahora en adelante CUC) como resultante a la pérdida de la funcionalidad como medio de pago y depósito de valor de la histórica moneda nacional, el peso cubano (CUP).  

Vale mencionar que el valor de la moneda nacional hasta entonces vigente (CUP) con respecto al dólar cayó tremendamente. Durante el peor tramo de la crisis en 1993, un peso cubano equivalía a solo un centavo estadounidense, mientras que había comprado veinte veces esa cantidad en 1989 (Posada, 2011)

El CUC comenzó a circular en 1994 en una red de tiendas recaudadoras de divisas, instaurada desde 1993, año en que se autorizó la tenencia de divisas en Cuba y se dio inicio a la repentina convivencia del CUP, el CUC y el dólar.

En ese marco, se fijaron dos tipos de cambio diferentes: uno para la población y otro para el sector empresarial. El primero se ha mantenido estable en los últimos años en una equivalencia de 24 CUP por CUC, para lo cual se establecieron casas de cambio a lo largo de la isla. El segundo se ancló al tipo de cambio que prevalecía entre el dólar y el CUP, es decir, 1 dólar = 1 CUC =1 CUP.

Ahora bien, en adición a que las estrategias castrenses para enfrentar la crisis impactaron en todos los indicadores de inclusión cubanos, lo cierto es que hasta 2004 se garantizó que se emitieran CUC que tuvieran respaldo en el dólar, o sea que por cada CUC en circulación existía un dólar que lo respaldaba. Con posterioridad a esa fecha, esa convertibilidad dejó de existir y el CUC se convirtió en una moneda sobreemitida (Posada, 2011).

Esta práctica dio inicio a un sostenido proceso de distorsión empresarial/nacional de las cuentas públicas, privilegiando durante décadas, propósitos contrarios a los declarados oficialmente.

Cuando se contrastan los objetivos de política económica desde la reforma planteada en adelante, se repite la voluntad de promover exportaciones y sustituir importaciones. Sin embargo, el tipo de cambio fijado resulta un instrumento de política que impulsa efectos contrarios.

Por caso, ello ha generado que las actividades de exportación requieran cíclicamente de subsidios, ya que al calcular sus ingresos y gastos mediante el tipo de cambio 1 dólar=1 CUP, sus costos pueden resultar significativamente más altos que sus ingresos, con lo cual demandan el apoyo desde el presupuesto del Estado. Del mismo modo, resulta que, de manera artificial, es más rentable comprar alimentos en el extranjero que bien pueden producirse en Cuba (Posada, 2011).

En la década de 2000, el dólar fue eliminado de la circulación nacional, así como de las transacciones empresariales, manteniendo solo el CUP y el CUC en ese proceso. Sin embargo, desde hace varios años, se ha sostenido la necesidad de avanzar hacia la unificación monetaria y cambiaria, y este propósito quedó reflejado en el documento Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución destinados a la actualización del modelo económico y social cubano.

Con estos antecedentes, podemos entrar en el momento actual de reforma anunciada por el presidente Miguel Díaz Canel, orientada a mejorar el manejo de la crisis interna continuada, que nace en los años 90 y contiene periodos de mejoría y penurias hasta hoy, a la vez que propone rescatar una vía de desarrollo y sustentabilidad económica para el proyecto socialista (Espina, 2020).

Los anuncios y el “día cero” para la economía cubana

El día 10 de diciembre del año 2020 y ante la expectativa acumulada por décadas de buena parte del país, el primer secretario el Partido Comunista Cubano, Raúl Castro y el presidente en funciones de la República, Miguel Díaz Canel, anunciaron la unificación monetaria y la fijación de una tasa de cambio única en la isla, a razón de 24 CUP por dólar.

En esta línea es que también se avanzó con un paquete de reformas sobre el crecimiento del fondo salarial, el pago de impuestos sobre ingresos personales, los productos que mantendrán subsidios, el costo de la canasta básica de referencia y las nuevas tarifas de servicios básicos, entre otros puntos.

Advirtiendo que el proceso “no está exento de riesgos, siendo uno de los principales una inflación superior a la diseñada”, Díaz Canel resaltó que, por un lado, la medida tiene como propósito enderezar las distorsiones macroeconómicas acumuladas durante décadas por una política igualitarista que fomentó los subsidios, pero que se llevó en eso a la productividad y consintió la ineficiencia empresarial.

No obstante, también se esperan algunas consecuencias que el régimen tratará de moderar hasta donde pueda. De hecho, el déficit en las cuentas públicas se ha disparado y la liquidez monetaria en manos de la población ha crecido 10 puntos porcentuales desde 2013, un síntoma claro de inflación reprimida.

https://youtu.be/0dPjg-igN0w

Además de que esta devaluación de 24 veces del cambio oficial para aquellas empresas estatales dará inicio a un forzado proceso de “transparencia” sobre lo que estuvieron haciendo, algo advertido por Jorge Marino Murillo, miembro del Buró Político del Partido y jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, quien anunció que a estas empresas se les dará un año para poner en orden sus cuentas antes de terminar con los subsidios.

Es decir que las empresas que se beneficiaron del acceso a dólares baratos durante décadas recibirán ayuda del Gobierno durante un año para retrasar los despidos masivos, al tiempo que la Isla entrará en la era de la moneda única con un tipo de cambio sobrevaluado (para el cierre del 2020 el dólar se vendía entre 35 y 40 pesos cubanos.

Es por ello que el sector privado se convierte más que nunca en una soga de salvación para absorber gran parte de esta mano de obra, si las reformas salen adelante. De alguna manera puede considerarse que la discontinuación del CUC tiene como objetivo hacer que el sector público se comporte más como el privado y brindar a las empresas privadas una mejor oportunidad de competir.

Vale recordar que a la mayoría de los cubanos que trabajan para el estado se les paga en CUP. Se necesitan 24 pesos para comprar un CUP al tipo de cambio oficial. Los trabajadores del creciente sector privado del país, a la mayoría de los cuales se les paga en CUC, ganan siete veces lo que ganan los empleados estatales.

En este sentido, por fuera de las distorsiones sociopolíticas que esto pueda representar, lo cierto es que las empresas y los consumidores ahora usarán solo CUP, inicialmente al tipo de cambio oficial. Con ello las pensiones y los salarios estatales se quintuplicarán. Pero la inflación, que ya es alta, parece irremediablemente destinada a aumentar. Ahora bien, ¿cuáles son las expectativas en este sentido?

Expectativas y dilemas del “día cero”

Como fuera mencionado en el anterior apartado, la unificación monetaria en la República de Cuba presume una serie de impactos de gran trascendencia, en lo específico sobre el sector empresarial de la isla y consecuentemente en la capacidad del Gobierno para administrar recursos sobredimensionados durante varias décadas.

Es esperable que la devaluación en el tipo de cambio beneficie a aquellas empresas orientadas a la exportación, en tanto las que destinen su producción al mercado nacional en CUP y desde un alto componente importado experimenten un aumento de costos, algo que irá de la mano del incremento salarial demandado por la mano de obra.

Si bien el plazo fijado por parte del Gobierno cubano para el subsidio estatal mientras logran este redireccionamiento es de un año, posiblemente muchas de estas empresas una vez finalizado el 2021 aún necesitarán de este estímulo.

Según pronunció la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, en el presupuesto de 2021 existe una reserva de 18.000 millones de pesos para apoyar a empresas que no logren en el arranque del ordenamiento monetario cubrir con sus ingresos el total de sus gastos, en tanto los casos serán analizados puntualmente por un comité que preside el Ministerio de Economía (Cruz, 2020).

Considerando la estructuración del mercado laboral cubano, las tareas de ordenamiento anunciadas por Díaz Canel parecen necesariamente obligar a una resignificación de la fuerza laboral excedente. En este sentido, si bien la creación de nuevos empleos resulta el paso obligado en dicha dirección, los interrogantes surgen a partir de la capacidad del Gobierno en poder, bajo un contexto económico e internacional fuertemente recesivo, lograr llevas a cabo esa práctica.

Junto a esto deberá poder diagramarse e implementarse una estrategia de exportación flexible a las demandas del mercado internacional. Si bien la devaluación se presenta como un instrumento correcto para promover exportaciones, es importante tener conciencia de que la necesaria expansión y diversificación productiva de Cuba no va a producirse solamente con modificaciones del tipo de cambio (Cruz, 2020).

Como fuera mencionado con anterioridad, un eje fundante del ordenamiento monetario buscado será el lograr contener el inevitable proceso inflacionario. En adición a los riesgos advertidos por el presidente de la isla, lo cierto es que el escenario de incremento del efectivo en circulación y una parte de la economía funcionando por fuera de la regulación directa de precios promovida desde el Estado hace dificultoso lograr alcanzar este objetivo.

Es esperable que el costo de la vida aumente, lo cual tendrá su correlato en el nivel de precios y que probablemente se profundice en el sector informal de la economía, el cual, junto al sector privado, ha sido el mayor generador de empleo en la última década de la isla.

Las expectativas y dilemas sobre el “día cero” de la economía cubana no pueden dejar de contemplarse en el marco de la pandemia del Covid-19 y las implicancias que presupone para la región en general pero así también para un país particularmente sensible a la disponibilidad de divisas propias de las importaciones realizadas.

En adición a este punto, entre los principales socios comerciales de Cuba, solo China tiene una predicción de crecimiento positivo para 2020, y es de 1,2%. Venezuela y España (primero y cuarto socios comerciales) se encuentran entre los más afectados. En el caso de Venezuela, con el efecto añadido del colapso de los precios del petróleo (Torres, 2020).

Otro impacto en este sentido se observa sobre el turismo, actividad fundamental para la isla en términos macro, pero así también para muchos hogares y pequeños negocios. La prolongación del cierre de las fronteras y el impacto de una potencial segunda ola de contagios es una gran amenaza, como lo pueden ser los cambios permanentes en los hábitos de viaje.

Lo cierto es que Cuba ingresó a esta fase recesiva global con grandes vulnerabilidades que no pudieron resolverse en la última década de reformas y en buena medida agravadas por la presión de los Estados Unidos, quien, tras la Presidencia de Donald Trump y la reincorporación de la isla a la lista de países patrocinadores del terrorismo como último gesto, tendrá en la administración Biden la posibilidad y necesidad de retomar los estímulos bilaterales que marcaron el cierre del mandato de Obama.

Daniel Maffey

Lic. en Relaciones Internacionales

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *