¿Candidato o Presidente? Mauricio Macri y el desafío entre gobernar y competir

A 75 días de las elecciones generales y 119 del eventual comienzo de un nuevo Gobierno, la realidad argentina transita en horas y minutos como unidad de medida. Ya bastante lejos quedan los semestres como cheque a futuro. 

Y tan dinámica es esta realidad que ya queda viejo analizar los resultados de las elecciones internas. Si el frente De Todos ganó en 22 distritos, por qué el voto en blanco sería la cuarta fuerza más votada del país, si la indecisión de Lavagna terminó de generar un camino de construcción para la oposición toda o por qué un Gobierno que fracasó en casi todo esperaba ganar con promesas.

Lo que se ven son las “consecuencias”, o al menos así lo entiende el Presidente, de los votos. Una nueva excusa de este Gobierno, que parecería no haber planificado que en democracia uno puede perder elecciones y esto puede traer consigo repercusiones.

Y esto es lo preocupante del día de ayer, de la conferencia de prensa post cachetazo primario. Que quien estuvo presente tras una nueva corrida cambiaria fue el candidato y no el Jefe de Gobierno, acompañado claro, de un peronista (Macri no habló de los 70 años) que entiende “interesante que la gente analice los efectos y consecuencias de ese voto”. 

Golpeado por los más de 3 millones y medio de votos que Alberto Fernández obtuvo de diferencia, el Presidente habló de la “euforia” que existía en el “mundo económico” el viernes previo a las elecciones y resaltó que“estamos más pobres que antes de las PASO”.

La sensación de inestabilidad económica transitada a lo largo de estos tres años y medio sumó un capítulo aparentemente irremontable en lo político.

“Tienen ellos que trabajar para que tengamos una elección más normal y generar esa credibilidad”; “el kirchnerismo tiene más responsabilidad” o “que se haga cargo de la expectativa electoral que generó (por Alberto Fernández)” son algunas de las frases que igualmente quedaron plasmadas por el Macri candidato con un “no me puedo hacer cargo”.

Sobresale también que el Presidente entiende que a la hora de votar “la gente toma su decisión sobre la hora”. Si la gente votó con el bolsillo, por dignidad o pindonga sería difícil de definir, lo claro es que la lectura de Juntos por el Cambio post P.A.S.O  es errada. 

El espacio parece decidido a profundizar un discurso similar al del 2015donde el “íbamos camino a Venezuela” y el “temor a la chavización” tuvieron sobrado éxito. Cuatro años después se renueva este enfrentamiento aparentemente excluyente entre República (democracia) versus populismo (autoritarismo).

La pregunta para el domingo era si ahora que Macri es gobierno hasta cuándo podría funcionar el “no volver al pasado” como rédito político. Los contrapuntos planteados durante la campaña (pasada y presente) perdieron sentido dichas desde Balcarce 50 y el oficialismo quedó en offside. 

La respuesta en las urnas fue que pesa más el fracaso económico que el rechazo al kirchnerismo, algo que comenzaba a percibirse post victoria legislativa en 2017 y que tuvo en la caída del consumo y salario así como en el alza de la inflación y la deuda los síntomas más concretos e irreversibles. 

A contramano de la “vuelta” programada desde Cancillería, el Presidente parece aislado de la Argentina pero conectado al mundo. Ajeno a la campaña, la obligación es conectar competencia y gobierno. 

Daniel Maffey

Lic. en Relaciones Internacionales

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