2018 y un mundo en el que también pasaron cosas
No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando), ya te dije, que el mundo es incontable. Y mucho menos en una nota.
Benedetti mediante, lo que sí podemos y queremos hacer, es repasar los principales puntos que dieron forma a un 2018 en el que también pasaron cosas.
Pasando por un año a contramano de la globalización, la profundización de las guerras que preferimos no ver, la victoria de Bolsonaro y los rebrotes ultrareaccionarios, llegamos a diciembre con 365 días para confirmar que la historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido preferible evitar.
A contramano de la globalización
Hace dos años, The Economist planteaba que frente al histórico entendimiento de los ejes izquierda – derecha como análisis de los partidos tradicionales y sus rasgos identitarios, la realidad apremia y permite tomar como nuevo contrapunto de la coyuntura internacional el de nacionalismo – aperturismo.
¿Qué significa esto? Que frente a un escenario político esencialmente marcado por la globalización y sus beneficios, poco a poco el mundo está viendo surgir y gobernar partidos con un creciente éxito electoral donde los valores emanados sostienen un discurso contrario a la inmigración, el libre comercio y atento a una mayor atención a la seguridad y defensa. El 2018 lo confirma.
En este sentido, el plato fuerte y sintomático del 2018 ha sido la guerra comercial arancelaria entre EEUU y China. La estrategia de “América primero” promovida por Donald Trump encontró en el “Sueño chino” de Xi Jinping un obstáculo cuyas consecuencias pueden repercutir a lo largo y ancho del globo. No en vano ambos países concentran algo así como el 40% del PBI mundial.
El voto como protesta, el odio como política
Si hablamos de votos y le agregamos odio, el resultado del 2018 tiene que ser Jair Bolsonaro. Las más de 57 millones de voluntades que votaron al candidato del Partido Social Liberal dejaron (de nuevo) en offside a los analistas de saco y corbata que auguraban un imposible sobre el candidato próximo a ser presidente.
Lo cierto es que frente a los avances de las libertades individuales y la conquista de derechos, una porción de la sociedad global está siendo convocada por espacios donde el conservadurismo promovido da un nuevo impulso a la erosionada legitimidad de los partidos tradicionales.
Matrimonio igualitario, aborto, migrantes e ideología de género son algunos de los puntos de rechazo y mancomunión entre un electorado descreído y espacios políticos en formación. El discurso que entiende al odio como política ya no se calla. Y además, gana elecciones.
En Europa también se consigue
El último caso le tocó a Vox, en Andalucía, España. Pero, en muchos puntos, lo que este partido plantea son propuestas similares a partidos como Alternativa para Alemania (AfD), la Liga Norte en Italia,el Frente Nacional de Marine Le Pen y mismo el Partido Republicano de Donald Trump.
Con la bandera del “son todos corruptos” el odio cataliza responsables en el Estado, en la clase política y busca gente “nueva”. El voto como protesta, el odio como política.
Migrantes: Nuevas causas, viejo problema
Si algo quedó en claro desde que la caravana de migrantes partió de Honduras es que la migración es una situación que esconde realidades trágicas, un espejo de poblaciones abandonadas por sus gobiernos.
Como resultado de ello, este 2018 vimos como miles de latinoamericanos partieron hacia Norteamérica, ya no buscando alcanzar el sueño americano, sino escapar de sus pesadillas.
En tiempos de elecciones de medio término en EEUU, la caravana se convirtió en la variable desde la cual se construyó una agenda discursiva que planteaba nuevamente el “ellos y nosotros”.
Venezuela sigue haciendo historia y Yemen permanece invisible
La crisis en el gobierno de Maduro no conoce de fondos. Miles de venezolanos se desplazan en busca de mejores condiciones de vida.
¿Y la patria grande? Colombia pide ayuda económica, Perú declara el estado de emergencia sanitaria en la frontera y Brasil moviliza sus tropas.
La profundización del desastre humanitario en Yemen, el peor en la historia según las Naciones Unidas, continúa siendo noticia, no por su repercusión o importancia, sino por su crueldad.
En números: Se calcula que tres millones de menores y mujeres están severamente desnutridos, 90% más que en 2015.
Además, la guerra ha supuesto otros impactos como violencia sexual, reclutamiento forzado de menores y el desplazamiento de 2,3 millones de personas. Save the Children considera que unos 85.000 menores de 5 años han muerto en estos últimos tres años por malnutrición aguda, factor que amenaza la vida de otros 400.000 niños.
Daniel Maffey
Lic. en Relaciones Internacionales
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