¿ONU o SOS? Cómo Milei convirtió a la política exterior argentina en una de trueque

Si aceptamos que la Argentina es, en palabras de Milei, un “campo de batalla”, su 12.º viaje a Estados Unidos en menos de dos años se parece menos a una estrategia planificada de avance que a un repliegue en busca de auxilio. El modelo económico-financiero funciona al día, drenando reservas a un ritmo histórico y aferrado a la expectativa de una ayuda que mantenga el barco a flote hasta las elecciones del 26 de octubre. 

Previo a este viaje, el Gobierno anunció retenciones 0% hasta el 31 de octubre para todos los granos y subproductos, carnes bovinas y avícolas. Por fuera de lo obsceno de reestructurar un cuadro tarifario en clave electoral, al tiempo que se recortan recursos a jubilados y discapacitados, esto no parece el gesto de un estadista que consolida vínculos, sino el de un gobernante desesperado por sobrevivir a los próximos treinta días.

Ese cortoplacismo y el recurso a fuentes excepcionales de financiamiento que, como confirmó el Secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, será de ayuda para “estabilizar” al país, reflejan la gravedad de la situación y la nueva obsesión del Gobierno: alejar cualquier duda sobre la capacidad de pago en los próximos dos años y frenar la corrida cambiaria actual, al menos hasta las elecciones de medio término.

Una política exterior de trueque

En paralelo, va a tener lugar una nueva sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas, escenario donde Milei, en 2024, dedicó buena parte de su breve discurso a descalificar la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Un gesto en línea con otras intervenciones recientes que están bien detalladas en esta nota

Pero, lejos de detenernos en las formas y lo bombástico de sus palabras, lo novedoso está en la actual mimetización con los Estados Unidos de Trump y cómo esto coloca a la Argentina y su política exterior en un terreno desconocido.  

Incluso para un país que no hace mucho encuadró su vínculo bilateral con Washington como uno de “relaciones carnales”, la coyuntura importa y podemos pensar una contradicción de fondo. Estados Unidos, que tras la Guerra Fría impulsó la globalización como motor de su hegemonía, hoy se repliega. Trump interpreta ese proceso histórico como un fracaso y de ahí su rechazo actual tanto a la globalización como al globalismo. Milei, en cambio, se proclama antiglobalista pero fervientemente proglobalización.

Más allá de ese debate conceptual, quizás irrelevante ante la urgencia argentina, esto suma a la idea de que no estamos ante una estrategia capaz de conducir un “campo de batalla”, sino una política exterior de trueque

En el dame que te doy, las señales abundan: la abstención en Naciones Unidas sobre el retiro de tropas rusas de Ucrania, que erosiona la histórica defensa de la integridad territorial vinculada a la cuestión Malvinas; el anuncio en Jerusalén de trasladar allí la embajada argentina; o la decisión de no incorporarse a los BRICS. Todas y cada una de estas decisiones configuran un rumbo en el que los intereses de un gobierno se imponen sobre los de un Estado y sus posiciones históricas. 

Entonces, si la la teoría nos dice que “una política exterior exitosa es la que incremente el poder relativo del país, mejore la calidad de vida de los ciudadanos y afiance la autoestima nacional”, estamos en otra sintonía: en una donde los intereses personales y políticos de corto plazo hipotecan los de largo alcance, y las posiciones históricas de la diplomacia argentina se entregan a cambio del respaldo de Washington frente a prestamistas de última instancia que incluso la propia administración norteamericana pasa a representar. 

En esta semana, con un eventual desembolso que será narrado como triunfo de la llamada “Doctrina Milei”, aunque en esencia no sea más que un salvavidas precario con condicionantes desconocidos y que, presentado no como un endeudamiento sino como financiamiento para pagar deuda, seguramente no pasará por el Congreso Nacional.

Nada es gratis en este mundo

Decisiones de tan largo plazo tomadas por un Gobierno que tambalea no parece ser un combo sano. Para la Argentina, que ya acumula 12 acuerdos de asistencia del Tesoro de EE.UU, en esta nueva ocasión, aún no se conoce el monto ni los condicionantes del mismo. 

Lo que sí sabemos es que diferentes funcionarios de la administración Trump se han manifestado preocupados por la relación de China con Argentina (ya que mencionamos al gigante asiático, recordemos que para destrabar el SWAP de monedas esto vino con la instalación de la Estación de Espacio Lejano, ubicada Neuquén) por lo que un repliegue del vínculo comercial con Beijing, una base militar en la Antártida con base en Tierra del Fuego y/o acciones de empresas estatales, son todas opciones que están sobre la mesa y no hace falta ser conspiranoico para pensar que si un país te presta plata, va a exigir algo a cambio. 

Recordemos que solo algunos meses atrás, Trump pidió que Ucrania reembolsara a Washington la ayuda militar y financiera provista desde la invasión rusa de 2022, algo que valuó en 500.000 millones de dólares en tierras raras, necesarias para la producción de productos de alta tecnología, en particular los asociados con la electrónica de consumo, infraestructura de inteligencia artificial y armas.

Argentina en territorio desconocido 

La paradoja es brutal: mientras Milei proclama la misión de destruir al Estado desde adentro, depende de un préstamo del Tesoro norteamericano para sobrevivir a las próximas semanas. Lo mesiánico se reduce a lo contable; lo que se presenta como doctrina no pasa sin un nuevo auxilio.

Quizás ahí resida la verdadera novedad: Milei, bajo su política exterior híperpersonalista, sustituyó el lenguaje de la soberanía por el del regateo. Lo que antes se pensaba como horizonte colectivo se convierte en ficha de negociación individual. Argentina ya no proyecta al mundo una voz propia, sino la urgencia de un salvavidas. En las próximas jornadas, al ritmo de la temporal baja del tipo de cambio, veremos una vez más agravios y aleccionamientos para los mandriles. Hasta la nueva crisis y así, porque lo que termina quedando es lo que estamos viendo, quizás demasiado en shock para dimensionarlo: una política exterior de trueque en la que cobra un gobierno y, como siempre, paga una nación.

Daniel Maffey

Analista Internacional

4 comentarios
  1. laser marking machine
    laser marking machine Dice:

    ¡Qué viste! Parece que nuestro campo de batalla exterior ahora es un ring de boxeo con reglas escritas a mano por el Team USA y Milei como boxeador que pide asistencias constantes, ¡pero con estilo! La política de trueque me recuerda a una fiesta donde solo te invitan si prometes traer tu propio ladrillo. Abstenerse sobre Ucrania, mover la embajada a Jerusalén como un juego de ajedrez rápido y mirar para otro lado con los BRICS, ¡son movimientos tácticos para asegurar… bueno, ¿quién sabe cuánto tiempo le da este auxilio precario? La paradoja de proclamar destruir al Estado mientras pide un préstamo es… ¡una obra de teatro política! ¡Milei, suerte en la negociación, que parece que le tocó el papel del que pide el pastel y la cucharita!laser marking machine

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  2. deltarune final prophecy
    deltarune final prophecy Dice:

    ¡Milei y su política de trueque son el ejemplo perfecto de necesito prestado para pagar lo que ya adeudo! Jajaja. La Argentina saltando de una relación carnal a otra, buscando el auxilio que casi siempre incluye un paquete de condiciones. Su antiglobalismo proglobalización es como buscar una taza de café gratis en una cafetería que cobra por todo, pero promete la mejor cafeína del barrio… por si acaso. Lo que es gracioso es ver cómo la destrucción del Estado de Milei depende enteramente de un préstamo del Tesoro norteamericano, el mismo que probablemente financiará el nuevo salvavidas. ¡Un combo de ironía argentina!deltarune final prophecy

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    Grow a Garden calculator value to weight Dice:

    ¡Qué interesante! Parece que Argentina ha encontrado un nuevo tipo de relaciones carnales: esta vez, con Washington. La política de trueque es tan nueva que hasta los burócratas de Naciones Unidas mustian. El auxilio del Tesoro norteamericano, presentado como financiamiento, ya suena a salvavidas precario con condicionantes desconocidos. Mientras tanto, Milei sigue destruyendo el Estado desde adentro, ¡pero al menos está dialogando con los dueños del juego! La paradoja es que, proclamando la soberanía, resulta tan dependiente de Washington como si usara el SWAP con China. ¡Menuda lección de economía política! La Argentina ya no proyecta una voz propia, sino la urgencia de un salvavidas… ¡y quién lo dice, si no es el mismísimo Milei!Grow a Garden calculator kg

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  4. 速度之星 教程
    速度之星 教程 Dice:

    ¡Qué vistosa diplomacia de dame que te doy está llevando Argentina! Parece un juego de ajedrez donde el State Department es el rivale y Milei, arremolinando piezas, busca el salvavidas precario. Resulta casi cómico ver cómo la anti-globalización de Milei se traduce en una nueva forma de pro-globalización… a condición de que Washington apruebe. Es como si el gobierno argentina tuviera que vender su propia bandera para pagar la factura. La paradoja de depender del enemigo para sobrevivir mientras proclamas la destrucción del Estado desde adentro es, francamente, un espectáculo político digno de una telenovela. ¡Lo único que falta es un ¡Yay! de Milei cada vez que negociamos una nueva ficha!mod sao tốc độ

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