“A 90 segundos de una guerra nuclear”: El reloj del Apocalipsis y la amenaza latente

En el complejo y volátil panorama geopolítico actual, no es suficiente ver el mundo a través del prisma de nuestros deseos o expectativas. Como advirtió Vipin Narang, quien ocupó el cargo de subsecretario de Defensa de los Estados Unidos para Política Espacial hasta hace poco, debemos enfrentarnos a la realidad tal como es, no como quisiéramos que fuera. Este consejo es especialmente pertinente al considerar la creciente amenaza de un enfrentamiento nuclear global, un peligro que se ha intensificado a niveles sin precedentes.

Desde la creación del Reloj del Apocalipsis en 1947 por los científicos del Proyecto Manhattan, este se ha convertido en un símbolo universal de la proximidad de la humanidad a la catástrofe global, utilizando la imagen del apocalipsis (medianoche) y el idioma de la explosión nuclear (cuenta regresiva hasta cero) para transmitir las amenazas que este nueva tecnología representaba para la humanidad y al planeta. 

En aquel entonces, las manecillas del reloj se situaron a siete minutos de la medianoche, indicando la preocupación por un potencial conflicto nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Hoy, ese reloj marca 90 segundos para la medianoche, el punto más cercano a la destrucción global en toda su historia. Este sombrío escenario no es una mera metáfora, sino una advertencia tangible de que no estamos en un mundo inestable sino en un mundo altamente inseguro ¿Las razones? Elegí tu propia aventura.  

La amenaza nuclear se manifiesta en varias dimensiones. La guerra en Ucrania, lejos de resolverse, mantiene viva la posibilidad de que Rusia emplee armas nucleares, especialmente tras la suspensión del tratado New START y el despliegue de armas nucleares tácticas en Bielorrusia. Mientras tanto, las potencias nucleares tradicionales, como Estados Unidos, Rusia y China, están expandiendo sus arsenales, alimentando una carrera armamentista que recuerda los días más oscuros de la Guerra Fría. A esto se suma la proliferación nuclear en regiones como Irán y Corea del Norte, cuyas ambiciones nucleares añaden otra capa de inestabilidad global.

En adición a otras crisis igualmente apremiantes como el cambio climático, agravado por el año más caluroso registrado en 2023, la revolución en las ciencias de la vida y los avances en inteligencia artificial, el diagnóstico nuclear, lejos de ser lejano al presente, tuvo en las últimas horas una preocupante confirmación. 

En un documento clasificado aprobado en marzo, el presidente Biden ordenó a las fuerzas estadounidenses prepararse para posibles enfrentamientos nucleares coordinados con Rusia, China y Corea del Norte. Un duro recordatorio de que quienquiera que preste juramento el próximo 20 de enero en Washington se enfrentará a un panorama nuclear distinto y mucho más volátil que el que existía hace apenas tres años.

Durante la Guerra Fría, el mundo logró evitar un conflicto nuclear a gran escala gracias a esfuerzos sostenidos de no proliferación y control de armamentos. Sin embargo, esa red de seguridad se ha debilitado drásticamente. El tratado New START, el último bastión de la cooperación entre Estados Unidos y Rusia en este ámbito, expirará en 2026, dejando al mundo al borde de un abismo donde no existen límites significativos para los arsenales nucleares estratégicos que ambos países desplieguen. 

La falta de diálogo entre las potencias nucleares y la proliferación de nuevas tecnologías bélicas han creado un entorno en el que el riesgo de un error de cálculo o un acto de arrogancia puede tener consecuencias catastróficas. En efecto, las potencias nucleares son cada vez más numerosas y menos cautelosas. 

Es imperativo que los líderes globales asuman la responsabilidad de revertir esta peligrosa trayectoria y trabajen juntos para restablecer mecanismos de control de armas que puedan proteger a la humanidad de su propia capacidad para autodestruirse.

El Reloj del Apocalipsis no es simplemente un recordatorio del peligro; es una llamada urgente a la acción. Hemos condenado a otra generación a vivir en un planeta que está a un grave acto de arrogancia de ser destruido. Eso debe cambiar.

* La nota fue originalmente publicada en Ámbito Financiero

Daniel Maffey

Lic. en Relaciones Internacionales

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *